¨Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento¨

El Evangelio de hoy nos invita a «mirar, vigilar y hacer». Mirar las maravillas que Dios ha creado. Todo lo bueno que hemos vivido. Vigilar cada detalle de nuestra vida de gracia. Hacer con amor y responsabilidad lo que nos toca.

¨Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria.¨

Claramente cada persona práctica las obras de misericordia de acuerdo a su condición de vida. Dios no le pide más de lo que puede dar, pero ese poco o mucho es la forma en la que Él nos llama a servirlo en nuestros hermanos.

¨Fijemos la mirada en lo esencial… en Aquél que hoy nos confía aquello que tenemos, aquello que somos… en Dios.¨

¿Cómo he recibido la Palabra?
¿Con el corazón abierto?
¿La he hecho brotar por el bien
de todos o a escondidas? .

¨Pidamos a Dios que nos dé un corazón que esté siempre atento y en espera para recibir la venida del Esposo del alma¨.

«Así como el aceite permanece escondido, pero sin él no hay luz, Así debe purificarse y custodiarse el corazón, el interior del hombre, precioso a los ojos de Dios; no lo externo, que desaparece… El aceite existe para ser consumido. Solo ilumina quemándose. Así es la vida: difunde luz solo si se consume, si se gasta en el servicio. El secreto de la vida es vivir para servir.»  (Homilía de S.S. Francisco, 3 de noviembre de 2018).

¨Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos¨.

¨Pensemos en nuestro corazón y preguntémonos: «¿Dónde está anclado mi corazón?». Si no estuviese bien anclado, anclémoslo allá, en esa orilla, sabiendo que la esperanza no defrauda porque el Señor Jesús no decepciona.» (Homilía de S.S. Francisco, 01 de noviembre de 2013).

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